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Roberto González García

Andrés Jaque

Creative Commons, licença CC BY-4.0: https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/

Roberto González García: Una de los principales campos de trabajo de la oficina desde sus orígenes en el año 2002 se ha dirigido hacia lo doméstico, entendiendo este concepto no como una realidad autónoma y desvinculada de los contextos con los que se relaciona, sino como una realidad compleja construida a través de muy diversos factores en la que, por ejemplo, los límites entre lo público y lo privado no terminan de estar tan claros ni definidos. ¿Cómo se han visto articuladas estas relaciones que forman lo doméstico en tus investigaciones y obras a lo largo de todo este tiempo?

 

Andrés Jaque: Bajo el término de domesticidad se engloban muchas y muy diversas realidades, en las que evidentemente la arquitectura juega un importante papel que no se puede aislar de otros hechos como el contexto, los imaginarios o las performatividades del día a día. Con el trabajo de nuestra oficina llevamos muchos años explorando estas múltiples facetas que componen lo doméstico, tanto desde la investigación como desde un punto de vista propositivo a través de diversos proyectos.

Las retóricas televisivas, por ejemplo, han sido y son muy importantes en estas configuraciones, y tienden a presentar lo doméstico como el lugar en el que los humanos se desconectan de lo social. La identificación de lo doméstico como una asociación directa entre un grupo de familiaridad y un dispositivo arquitectónico específico y único –la casa– mantiene una hegemonía en la cultura general y en el diseño y la crítica de arquitectura de lo doméstico que pocas veces es desafiada. En las retóricas televisivas cada humano tiende a formar parte de una familia y cada familia se da en una casa.

Todas estas cuestiones son muy visibles a través de series como ‘Little House in the Prairie’ (NBC, 1974), serie que llegó a recibir diecisiete premios EMI, y que incluso en la actualidad sigue siendo objeto de reposición en cadenas de televisión de todo el mundo. En la imagen promocional que la cadena NBC distribuyó para anunciar por primera vez la serie, la familia Ingalls aparece retratada frente a un dispositivo arquitectónico muy particular, una cabaña con tejado a dos aguas y chimenea. Lo que podríamos reconocer como ‘una casa’. La asociación directa entre familia y casa, como institución privilegiada en la producción de lo doméstico, ha llegado a convertirse en una referencia global gracias a la difusión internacional de contenidos de ficción como los de las peripecias de los Ingalls.1

Resulta curioso comprobar cómo en ese mismo 1974, los estudios japoneses Zuiyo Enterpreises distribuyeron por primera vez la serie de dibujos animados ‘Heidi, la niña de los Alpes’, basada en las diferentes novelas que Johanna Spyri dedicó al personaje de Adelaida, una niña huérfana a quién su tía Dette lleva a vivir con su abuelo, un viejo gruñón retirado de la interacción social en una cabaña en un valle de los Alpes. Pese a ser una familia un tanto rara, la que el abuelo forma con Adelaida y el perro Niebla, la serie mantiene intacta la idea de que el hábitat de lo familiar es el dispositivo arquitectónico único de la casa, pero este segundo producto de ficción televisiva refuerza una segunda idea: la casa como espacio de desconexión de lo social. En la reclusión en la cabaña de los Alpes, el abuelo ha encontrado la posibilidad de eludir el contacto con sus congéneres a los que desprecia. Tanto él como Heidi utilizan la cabaña y sus alrededores como un lugar donde las convenciones sociales no tienen aplicación. Él, por ejemplo, nunca se esfuerza por ser amable con las pocas personas que le visitan, de la misma manera que a Heidi no le preocupa retozar por los prados en ropa interior mientras juega con Niebla. Las retóricas televisivas tienden a presentar lo doméstico como el lugar en el que los humanos se desconectan de lo social.

Finalmente 1974 es también el año en el que Ikea, sin lugar a dudas el mayor operador arquitectónico mundial en estos momentos, abrió su primera tienda en Tokio, y con ella inició una expansión global que ha hecho que en 2012 su catálogo tuviese tiradas mayores a las de la Biblia y en un número mayor de idiomas.2 Estos tres acontecimientos están conectados en su uso de narrativas que liberan al tiempo que bloquean opciones en el diseño y producción de domesticidad. En 2007 la agencia de publicidad de Barcelona SCPF desarrolló para Ikea la campaña “Bienvenido a la república independiente de tu casa” con la que inundó el espacio público, la televisión y las publicaciones de buena parte de los 43 países en los que opera. En las imágenes de la campaña un gran número de familias sanas y jóvenes celebraban la independencia política que sus interiores domésticos (repúblicas independientes) les ofrecían. Se quitaban por fin los tacones, dormían fuera de horas, se atrincheraban con una manta, alargaban más de la cuenta un baño relajante con espuma, se agrupaban para ver el fútbol y beber etc.

Siempre en los límites del candor y de la corrección política de la publicidad, entrar en casa, en estas retóricas, parece conllevar la posibilidad de dejar fuera por fin todo aquello necesario para emerger como parte de una sociedad (obligaciones, horarios comunes o por ejemplo formalidades en el vestir).

En Office for Political Innovation hemos dedicado los últimos ocho años a rearticular la manera en que la domesticidad se describe, se proyecta y se experimenta como una realidad arqui-social. Es un proyecto que hemos desarrollado a través del encuentro de diferentes metodologías en las que el diseño arquitectónico se beneficia de la asociación con prácticas y herramientas propias de los dominios de la antropología social y de las ciencias políticas. A través de diversos casos de estudio hemos detectado cómo, en realidad, un gran número de conglomerados hogareños se oponen a la idea de lo doméstico como espacio autónomo y alternativo a lo social del abuelo de Heidi así como de las ‘repúblicas independientes de tu casa’ promovidas por Ikea.

 

 

‘IKEA Disobedients’. Andrés Jaque / Office for Political Innovation. Museum of Modern Art, New York. Architecture & Design Purchase Fund, 2012.

En 2011 desarrollamos el proyecto ‘IKEA Disobedients’ un archivo de casos de domesticidad que en lugar de estar organizados para habilitar un entorno de desconexión ante lo colectivo, eran punto de paso obligado de un gran número de proyectos, en los que las personas que participan de ellos encontraban oportunidades para contribuir a construir y a disputar sus tejidos sociales. Se trata de un proyecto que desarrollamos primero en Madrid y que posteriormente, tras ser adquirido por el MoMA Museum of Modern Art de Nueva York para formar parte de su colección, expandimos con el estudio de un gran número de casos de domesticidades complejas en Queens y Long Island City. A modo de ejemplo, podemos citar uno de los casos, el de Candela, que ha desarrollado en su cocina una economía de barrio no monetarizada con un grupo de vecinos que acuden regularmente a comer a su casa y que, de muchas maneras diferentes, ayudan a Candela y a su familia a obtener lo necesario para mantener sus condiciones de vida.

 

 

[IKEA Disobedients New York] ‘IKEA Disobedients’. Andrés Jaque / Office for Political Innovation. Museum of Modern Art, New York. Architecture & Design Purchase Fund, 2012.

 

RGG: Gran parte del tu trabajo ha partido de aspectos aparentemente nimios, ordinarios a veces, generalmente denostados u obliterados de los grandes discursos arquitectónicos como por ejemplo la decoración de los interiores domésticos, las telenovelas o los árboles de navidad. ¿Por qué esos aspectos han sido importantes para ti? ¿En qué medida crees que posteriormente han sido incorporados a las agendas arquitectónicas?

 

AJ: La incorporación de lo doméstico a los debates generales que afectan a la arquitectura y al urbanismo tiende a estar basada en asunciones equivocadas. De manera habitual se diseñan y se discuten las casas pensando en formas de vida que no existen. Por este motivo, y por muchas otras cosas, lo doméstico se da, en la mayoría de los casos, como una contra-arquitectura, es decir, como una práctica de subversión por medio del uso de los dispositivos que fueron diseñados atendiendo presupuestos que rara vez llegan a cumplirse. Este desfase entre los enunciados y las trayectorias es el campo en el que se están dando experimentos colectivos, como por ejemplo las viviendas compartidas por señoras mayores y estudiantes o como las casas-escuela de trabajadores transnacionales, como los centros autogestionados de empoderamiento en cuestiones de género o como las casas desocupadas convertidas en reservas medioambientales, que contienen un gran potencial para repensar la relación entre arquitectura y domesticidad.

 

 

Contemporary Home Urbanism. Andrés Jaque / Office for Political Innovation, 2012.

 

RGG: En efecto, has realizado numerosas investigaciones sobre lo doméstico, desde los pisos compartidos hasta el estudio de otras domesticidades no familiares (Contemporary Home Urbanism). ¿Cómo se han visto reflejadas estas investigaciones en la construcción de prototipos y en el resto de tu práctica arquitectónica?

 

AJ: En paralelo a los hallazgos relacionados con las etnografías de casos concretos de domesticidad que hemos estudiado para ‘Contemporary Home Urbanism’, hemos desarrollado propuestas que explotan la inevitable interdependencia entre las labores de descripción y proyección en el diseño arquitectónico. Proyectos como el de la Rolling House for the Rolling Society, las TUPPER HOME (desarrollado en colaboración con la compañía Tupperware) o la Casa en Never Never Land están atravesados por una misma agenda de diseño y por el uso de un conjunto de herramientas pensadas para hacer que las prácticas arquitectónicas puedan ganar relevancia en la construcción de redes arqui-sociales de la vida ordinaria. A través de estrategias para dar respuesta a formas de vida como las de aquellas personas que viven en viviendas compartidas por periodos cortos de tiempo, en el caso de la Rolling House for the Rolling Society; o de la construcción de tejidos sociales por medio de la experimentación colectiva del uso de componentes arquitectónicos, en reformas de interiores domésticos, en el caso de las TUPPER HOMES; o del diseño de viviendas que estabilizan las relaciones entre agentes con requerimientos y proyecciones incompatibles, como en el caso de los conflictos entre los humanos y las comunidades de animales y vegetales y el medio físico que arbitra la Casa en Never Never Land.

 

ROLLING HOUSE FOR THE ROLLING SOCIETY. Andrés Jaque / Office for Political Innovation. Research: Anatomy of the Rolling Society, 2009.

 

 

TUPPER HOME. Andrés Jaque / Office for Political Innovation. Madrid, 2007.

Todos estos trabajos pretenden ofrecer una constelación de experiencias que, en su conjunto, plantean estrategias intervenir, por medio de prácticas arquitectónicas, en la manera en que las proyecciones se acoplan con las performaciones de lo doméstico. Porque en definitiva, la casa no es un objeto, sino un proceso en el que las asociaciones cotidianas se discuten, se ensayan y se reorganizan. Está construida con artefactos materiales, pero también con ideas, deseos, controversias y afectos. La arquitectura doméstica es al mismo tiempo grande y pequeña. Pequeña porque contribuye a definir cómo se dan las micro relaciones cotidianas. Pero al mismo tiempo grande porque sumadas estas realidades terminan generando efectos a una escala planetaria. La arquitectura no tiene que sustituir estas realidades domesticas naturales por otras, ni tampoco tiene que estilizarlas; sino empoderarlas, darles representación para que puedan instalarse en los lugares donde se toman las decisiones generales, aportarles garantías, hacer que puedan ganar durabilidad o que puedan innovar por sí mismas. Con estas prácticas perseguimos un objetivo: que la diversidad que cualquier sociedad contiene, su riqueza de sensibilidades, culturas y conflictos lleguen a convertirse en el material con el que se construye de manera inclusiva lo común.

 

RGG: ¿Cómo afectan estas visiones de las domesticidades al urbanismo o a los modos en que generalmente se piensa el urbanismo?

 

AJ: Bajo la perspectiva de nuestro trabajo y de nuestra experiencia, el urbanismo ha de considerarse más como una realidad compuesta de fragmentos domésticos interdependientes que como una planificación abstracta y genérica. De hecho, la vida doméstica contemporánea no se desarrolla únicamente dentro de los límites de una vivienda estable, sino que siempre se reparte en un conjunto de fragmentos espaciales de límites difusos que evolucionan en el tiempo y que son los que, por asociación, configuran los entornos de domesticidades. La vida doméstica no se desarrolla por tanto en una única casa ni en unidades abstractas, sino en toda una asociación de soportes arquitectónicos y urbanísticos. Y es desde ese punto desde donde es posible repensar el urbanismo.

 

 

Diocesan Clergy House. Andrés Jaque, Miguel de Guzmán, Enrique Krahe. Plasencia, 2004.

 

RGG: Las visiones que tu trabajo ha construido sobre lo doméstico –aunque podrían extrapolarse a toda la sociedad– alejan esta esfera de la idea de un entorno pacificado, estable y sin conflictos, en los que la arquitectura juega un papel de escenario o dispositivo regulador. ¿Por qué la idea de conflicto es importante en tu trabajo? ¿Qué papel juega la entonces arquitectura en este contexto?

 

AJ: Bajo nuestro punto de vista, la arquitectura es la construcción de un parlamento en el que nunca habrá acuerdo, pero en el que se puede seguir juntos. No se trata de una ciencia que resuelve los problemas, sino la construcción política que hace posible la convivencia de lo controvertido. Este punto de partida ha resultado muy importante en proyectos como, entre otros, Plasencia Clergy House, donde por un lado se trabajó con la construcción de oportunidades diseñando elementos que estimularan la respuesta por parte de los habitantes y fomentando así asociaciones y utilizaciones compartidas; y por otro con la traslación, síntesis y aproximación de elementos vinculantes entre el paisaje expandido y los usuarios [recortes de ecosistemas: dehesa de alcornoques y charca, valle de cerezos, huertos de limoneros; objetos-memoria: bancos, libros, toldos, nubes, lámparas, chimeneas; contactos sensibles: revoco de cal, adoquinado, sombra, aromas], todo ello por la mediación de dispositivos de baja tecnología.

 

 

Diagrama: Andrés Jaque / Office for Political Innovation